Pollo pencado con pure de batatas
Limpiar las pechugas y colocar en un plato hondo, rallar la cebolla y majar la mitad de la cabeza de ajo; adobar con esto y la sal y pimienta las pechugas, bañar con el jugo y el cocuy….
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Pollo pencado con pure de batatas, Ingredientes
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Pollo pencado con pure de batatas, Preparación
Limpiar las pechugas y colocar en un plato hondo, rallar la cebolla y majar la mitad de la cabeza de ajo; adobar con esto y la sal y pimienta las pechugas, bañar con el jugo y el cocuy (bebida fuerte extraída de la destilación de la penca del cocuy); calentar el aceite y freír las milanesas y cuando estén blanqueadas flambear con el licor de anís, apagar y servir con el puré de batatas ; para hacer el pure hervir las batatas y cuando estén blandas pelar y poner dentro del procesador; continuar cortando a la mitad el ajo restante(cabeza) y cortar el puerro, sólo la parte blanca, agregar un poquito de aceite, envolver en papel de aluminio y llevar al horno para que ablanden y cuando esten colocar en el procesador junto con el yogourt, la mayonesa y algo de sal y aceite, batir hasta que quede como puré; servir junto con el pollo y hojas de lechuga bañadas con limon, ajo majado y queso blanco rallado.
En la oportunidad en que se desarrollaba la “3ra.Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar”, en Junio de 1974 en Caracas Venezuela, tuve la honrosa responsabilidad de trabajar en el Dpto. de traducciones teles y comunicaciones de la misma; y para ese entonces la comisión procedente de Guinea Ecuatorial estaba formada por los Dres. Beidy Keitya, Canciller y el Profesor Momadou Diallo, adscrito a la facultad de Derecho Náutico, egresados ambos de la Universidad de La Sorbona en Paris. Acortando las distancias al estilo franco y entrometido como hacemos los latinoamericanos, pudimos entablar abierta camaradería entre los aludidos africanos y mi persona, lo que los llevó a ellos a aceptar mi invitación para que, en un alto de las deliberaciones lograran conocer una parte de la hermosa región de los llanos centrales de Venezuela, escenario de vida agreste y agropecuaria. Salimos a las 6:00 PM del día viernes inicio del fin de semana, yendo por vía autobús, para llegar a nuestro destino pasada la media noche; una vez allá los itinerarios sobraron al igual que las invitaciones que fueron objeto por parte de las personas con quienes iban compartiendo, las mismas se sucedían una tras otra en virtud de la majestad de los visitantes; el asombro por la sencillez de los mismos se daban la mano con el esmerado y atento trato que recibieron. Tuvieron la oportunidad de conocer de cerca nuestro deporte típico los “Toros Coleados”, una especie de rodeo realizado con toros y jinetes de a caballo tratando de lograr que el toro vaya al suelo halándole la cola; lo cual por lo novedoso causó gran impacto en ellos. Recuerdo con claridad de eventos, que en nuestro camino de venida hicimos un alto en un establecimiento comercial de los que hay en las carreteras, y el profesor Diallo asiduo a las bebidas espirituosas me indicó que quería probar algo típico venezolano; y le recomendé una copita de Cocuy de Penca, una especie de licor blanco extraído de la penca del Cocuy, casi similar al tequila Mexicano, pero mas fuerte; y posteriormente una copita de licor anisado de los andes Merideños Venezolanos; su impresión fue de mucho agrado y deleite al paladar, ya que los licores dulces no hacen vida común en África; y ya cuando dijeron que querían de igual manera comer algo típico en mi casa, no me quedó mas remedio que elaborar una receta que incorporara los ingrediente espirituosos que tanto les impresionaron; aprovechando que yo estaba para ese entonces dando mis primeros pininos en la gastronomía, pude salir avante con esta receta que encabeza este relato; las palabras de elogio por la degustación improvisada no se hicieron esperar, de igual manera las invitaciones fueron cursadas con toda liberalidad y disposición; gastaron decenas de rollos fílmicos de fotografía; satisficieron su apetito astronómico y visual, y curtieron su alma a caudas por las experiencias enriquecedoras que aglutinaron ese escaso fin de semana; y a mi familia y a mi nos quedó la satisfacción de haber hecho gala del gentilicio venezolano. Nos regresamos a Caracas y llegó la hora de marcharse a su país; muy contentos iban; unas horas antes de partir, en el aeropuerto ya para despedirse de mi, el Prof. Diallo me llamó a parte y me invitó a ver lo que llevaba dentro del bolsillo de su saco; cuando ví que era una licorera cromada que había comprado en el lobby de su hotel, me dijo:
“__ A que no adivinas con qué la llené?”__
Yo le contesté raudo y acertado: “__A que si sé con qué”
Rió y me hizo un guiño de complicidad que nunca olvidaré; y los dos se dirigieron a la escalerilla del avión que los llevaría de regreso a su país de color de origen…