Propiedades curativas del ajo
Al parecer, es en su pestilente aroma, donde reside gran parte de su fuerza.
Su esencia volátil y picante, se desprende de forma irremediable cuando se trocea, a una velocidad del 50% cada dos minutos. El responsable es un compuesto azufrado (sulfuro de alilo) que se descompone al contacto con el aire (alicina).
 Bioquímicos norteamericanos han descubierto que la «alicina«, el componente más activo del ajo, actúa como un potente antibiótico y fungicida.
Todas sus cualidades están el bulbo fresco (ajo crudo), que es una especie de laboratorio encubierto. 
El análisis de componentes explica sobradamente su fama como antibiótico y deja bien claro el poder bactericida de la alicina frente a distintos tipos de gérmenes y bacterias culpables de infecciones gastro-intestinales, cutáneas y broncopulmonares.
El ajo inhibe la agregación plaquetaria, actua como preventivo en casos de trombosis, ateroesclerosis e infarto de miocardio.
 Principios activos sulfurosos aparte, el ajo es una hortaliza, un condimento muy nutritivo. Contiene minerales de potasio, fosforo, azufre, yodo y silicio.
Tiene una importante selección de azúcares (10-15%), vitaminas (A,B, B2, B3 y C), proteínas y calcio.
 Sin duda, la lista de propiedades atribuidas al ajo ha ido disminuyendo con la experimentación científica.
Sin embargo, las confirmaciones de creencias ancestrales, que en principio parecían ideas descabelladas, han sido más de las esperadas. Esencial en nuestras comidas y en una vida sana.
Si lo consumimos en crudo, está el viejo truco de tomar un vasito de leche, para que no huela el aliento – importante si debes darle un beso a tu pareja o vas a asistir a una reunión de trabajo -.
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