Propiedades del calabacín
El verano es la mejor época para degustar el calabacín, una hortaliza que en la cocina admite un amplio y diversificado abanico de preparaciones.
De la familia de las cucurbitáceas, el calabacín, es una hortaliza que se puede comer durante todo el año, aunque su mejor momento es el verano. Su sabor es amargo, aunque con ligeros toques dulces al contacto del paladar. Aunque su cultivo en la región del Mediterráneo fue impulsado por los árabes, resulta curioso comprobar cómo su consumo en el norte de Europa no se produjo hasta la Segunda Guerra Mundial. La carne del calabacín es blanca, y su piel puede tener diversas tonalidades: amarilla, verde clara, negra brillante o con puntos grises, entre otras.
Fuente de potasio
Dentro del grupo de los minerales, el calabacín destaca por ser una fuente muy importante de potasio. Éste desempeña un papel destacado en la formación de los dientes y los huesos del cuerpo humano. Asimismo, el potasio está relacionado con la transmisión y la generación del impulso nervioso, además de la actividad muscular. Con un suave efecto laxante, el potasio también es necesario para el buen funcionamiento del sistema nervioso e intestino. El calabacín es, además, fuente de cantidades más pequeñas de hierro, fósforo y magnesio.
Degustación
Aunque puede consumirse crudo (por ejemplo, en una ensalada), lo más habitual es prepararlo de formás muy, diversas: asado, rehogado, relleno, salteado, cocido o frito. En este último caso, es recomendable secar previamente la carne del calabacín ya que esta hortaliza absorbe grandes cantidades de aceite fácilmente. Puede degustarse como entrante o como acompañamiento de un pescado o una carne en rodajas.