Los ácidos grasos Omega-3

El interés por estos ácidos grasos nació a raíz de la baja tasa de enfermedades cardiovasculares observada en una población de esquimales de Groenlandia que se alimentaban básicamente de carne de ballena y morsa, con una ingesta diaria de ácidos grasos Omega-3 y Omega-6 de 14 y 5 g respectivamente.

El efecto más demostrado y estudiado de su ingesta regular es la disminución del nivel de triglicéridos en sangre entre un 30 y un 50%. Diferentes estudios los relacionan con el descenso de los niveles de c-LDL (el colesterol de baja densidad o malo) y el aumento del c-HDL (el colesterol de alta densidad o bueno) aunque este efecto tiene una gran variabilidad entre individuos.